Los ejes de la nueva red pública
infantil giran en torno a niños protagonistas y educadores guías
Cambio a la vista. Expectación. Los profesionales del sector así
lo reconocen. A partir del próximo curso escolar 2017-2018 entrará en
funcionamiento una red pública
municipal de escuelas infantiles, independiente de la de la
Comunidad de Madrid, que parece querer dar respuesta a algunas de las demandas
que buena parte de los educadores (de niños de 0 a 3 años) venían reclamando.
Unas cuantas trincheras abiertas y mucho desgaste por el camino, lo que les
hace acoger las propuestas con tanta alegría como cautela. “La ordenanza que
enmarca la nueva ley supone pasos importantes. Hay voluntad clara de mejora, que
falta hacía; ahora esperamos que cristalice en compromiso y que se proporcionen
recursos”.
A estas palabras les pone voz Blanca Azanza, presidenta de la Asociación Madrileña de Escuelas Infantiles de Gestión Indirecta (AMEIGI) y directora del centro Los Juncos (Vicálvaro), en absoluta sintonía con sus compañeras de debate: Ana Galán, educadora en Las Nubes (Retiro), también de gestión municipal indirecta; Pilar García, responsable de la escuela privada Los 100 Lenguajes (Arganzuela), gestionada por la cooperativa No Me Bajo de Las Nubes, y Esther Atienza, profesional de la EEI Grimm, de Rivas Vaciamadrid, directamente gestionada por la Comunidad.
A estas palabras les pone voz Blanca Azanza, presidenta de la Asociación Madrileña de Escuelas Infantiles de Gestión Indirecta (AMEIGI) y directora del centro Los Juncos (Vicálvaro), en absoluta sintonía con sus compañeras de debate: Ana Galán, educadora en Las Nubes (Retiro), también de gestión municipal indirecta; Pilar García, responsable de la escuela privada Los 100 Lenguajes (Arganzuela), gestionada por la cooperativa No Me Bajo de Las Nubes, y Esther Atienza, profesional de la EEI Grimm, de Rivas Vaciamadrid, directamente gestionada por la Comunidad.
Los docentes reivindican su papel fundamental y piden un mayor
reconocimiento, también en el sueldo
Cuatro proyectos educativos distintos en cuanto a organización y
titularidad, aunque idénticos en el concepto, en el modo de entender esta etapa
de aprendizaje y, sobre todo, en la vocación que hacen evidente sus
representantes. Forma y fondo. Siempre salvaguardando una premisa común: que en
los tres primeros años de vida el cerebro es una esponja y crece hasta los dos
tercios de su tamaño maduro y su complejidad se desarrolla a un ritmo que
difícilmente volverá a repetirse. En concreto, el 80% de los aprendizajes se
producen antes de los cinco años, tal y como concluyen un buen puñado de
estudios. Pedagogos y neurólogos parecen tenerlo claro. El contrapunto lo ponen
muchos pediatras que opinan que sacar a los niños de casa a edades muy
tempranas entraña algunos riesgos para su salud. En cualquier caso, al margen
de debates sobre el momento idóneo para acercarse a la escuela infantil, la
primera pregunta sobre la mesa es: ¿cómo es que este periodo de estimulación y
enseñanza, considerado tan estratégico, no tiene carácter obligatorio?
Al mejor postor
“¡Con la educación hemos topado!, siempre maltratada por una
lucha de poderes continua que ha perdido de vista su trascendencia. Paradojas,
contradicciones, injusticias, desorientación… ¿No se han estado adjudicando en
los últimos años las escuelas infantiles al mejor postor? Eso lo dice todo.
Primaba el criterio económico, pura subasta, y no el proyecto educativo. Parece
que todo se va reconduciendo y las escuelas infantiles vuelven a manos de los
educadores; que, por cierto, tampoco estamos nada reconocidos. Se nos considera
cuidadores, sin más, y no se valora nuestra preparación ni nuestro trabajo.
Somos el sector que menos cobra de la educación, sobre todo en los centros de
gestión indirecta, por no hablar de las subrogaciones de plantilla, que
complican la creación de equipos”, subraya Ana Galán.
Familia, barrio y sociedad, todos entran en la escuela de 0 a 3
años, que acoge este curso a 90.000 niños.
“Hay mucho que corregir”, corrobora Blanca Azanza. “Puesto que
hablamos de una etapa muy decisiva, ese carácter voluntario, ya que lo es, no
puede depender de los recursos de cada familia. Se debe poder optar a una plaza
trabajen o no los padres. No estamos solo para que nos dejen a los niños cuando
no se está en casa, ni son las escuelas instrumentos de conciliación. Esperemos
que se estrechen por fin las franjas de tarifas según rentas y se recupere la
cuota cero para quien no puede pagar. En barrios como en el nuestro [San Blas],
con muchos inmigrantes y parados, es clave”.
El mes pasado, Marta Higueras, delegada de equidad del
Ayuntamiento de Madrid, anunciaba para septiembre una rebaja en
los precios de su red (de 56 escuelas, de las que 48 licitarán su
renovación), un ahorro que oscilará entre el 7% y el 78%, “con un tope de 300
euros al mes”. Unas cuotas que se implantarán primero en las dos únicas
escuelas de gestión directa municipal: El Sol y La Paloma.
Muchas barbaridades
CENTROS DE PUERTAS ABIERTAS
“Familia, escuela y comunidad, la cooperación entre ellas debe
ser estrecha y continua”, afirma Esther Atienza, educadora de Grimm. “Soñamos,
junto a los padres, la escuela que queremos, para que luego esos sueños se
cumplan, según se gestione”.
Esta filosofía, compartida por los seis expertos de educación
entrevistados, supone un cambio radical en la forma de hacer del educador. “Es
algo lógico, si la familia no se implica y no participa, adiós escuela. Además,
si son centros públicos, hablamos de un espacio ciudadano, está en su esencia”,
explica Pilar García, de la cooperativa Los 100 Lenguajes, “una escuela privada
con vocación de pública”.
“Familia, barrio y sociedad, todos entran en la escuela, y esta
sale al exterior. Lo que implica formarse y entender este trabajo de otra
manera, mucho más completa y flexible”, apostilla Blanca Azanza, presidenta de
AMEIGI.
“Me encanta que los familiares vengan a Las Nubes, nos enriquece
a todos”, comenta Ana Galán. En esta escuela, lugar de la reunión, esto se
palpa. Ya no es horario escolar y los niños siguen jugando en el jardín, y los
padres, junto a ellos, charlando, sin prisas. Sin rigideces, aunque con rigor.
“Estamos muy pendientes de todas estas mejoras y, de momento,
nos sentimos escuchados y en el buen camino. Se han hecho muchas barbaridades,
como esa ruptura en dos partes del ciclo que va de 0 a 6 años. ¡No tiene
sentido! Defendemos una educación responsable y respetuosa, que fomente la
creatividad, les haga más inteligentes emocionalmente, autónomos, libres, que
les proporcione habilidades a la altura de una sociedad cambiante –y que no
pasan solo por el inglés y la pizarra digital, aunque sean importantes, es más
complejo–. Nuestra labor es guiar, no adiestrar, poner a los menores en el
centro del aprendizaje mediante las pedagogías activas, en la medida que cada
uno requiera”, aclara Pilar García.
“Todo ello se debe plasmar ahora en un modelo de calidad
estándar, compartido a través de esa red anunciada. Hasta el momento, cada
escuela ha sido un reino de taifas”, añade. Un objetivo que “se debe encarrilar
con la intención de que perdure, independientemente del partido de turno que
gobierne”, indica Azanza, y añade: “Toca estabilidad, esto ha sido un camino
lleno de piedras”. “Solo así se conseguirán equipos estables, que a su vez
deberían mimarse mucho más en lo formativo. No solo se nos ha estrangulado económicamente,
también se nos ha obligado a buscarnos la vida para crecer profesionalmente”,
comenta Ana Galán.
“Y eso que cada vez se incorporan métodos educativos más
innovadores, acordes a las nuevas exigencias sociales. A veces tenemos que
tirar de experiencia e intuición, y aunque sale, porque este trabajo es muy
vocacional, no es lo mismo”, explica Esther Atienza. En Grimm son conscientes
de que son de las escasas escuelas públicas 100% de la Comunidad que quedan.
“No seremos muchas más de una decena. Nos hemos visto en proceso de extinción,
prueba de ello es que los educadores somos ya de cierta edad”. Para Esther, “lo
ideal sería que no se crearan dos circuitos, según titularidad,
Ayuntamiento/Comunidad; ojalá se homogeneice el modelo”.
De momento, una transición cargada de esperanzas: ratios de
alumnos que descenderán, generalización de la pareja educativa por aula, oferta
universal, etcétera. Todos los ojos puestos en el próximo curso y en esos casi
90.000 niños menores de tres años que dan a Madrid una tasa de escolarización
infantil del 43,9%, según datos del Ministerio de Educación.
La etapa que va de 0 a 3 años es un periodo de desarrollo muy rápido, en donde se adquieren muchos aprendizajes que se irán consolidando en los años posteriores. Si bien es cierto que se deben respetar los ritmos evolutivos, un inicio en los procesos de socialización y aprendizaje mejorará sus competencias futuras. Desde el gobierno, se ha castigado mucho toda la etapa infantil, fruto de la inestabilidad y la deslegitimización de este periodo, sin embargo, las nuevas exigencias sociales que requieren medios para la conciliación y los cambios culturales están haciendo que tome la importancia que merece.
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